La sensación de tener que respirar hondo, porque puede que mi oxigeno se agote en cualquier momento.
Los ojos vidriosos durante todo el día, y al llegar a casa, una gota se pasea por mi mejilla.
Intentar descansar y nunca hacerlo completamente, porque el cansancio no es físico, sino emocional.
Rutina que deprime más aún, que pinta días grises, semanas y meses.
Frío que corta en mil pedazos ese sentimiento.
Lo ha liberado y ya no sólo está en mi pecho, me invade todo el cuerpo, es como una enfermedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario